En el Pacífico de Nicaragua se encuentran varias de las mejores playas del mundo para surfear, entre ellas Marsella con aguas frescas y cristalinas así como la playa de Mathilda y Majagual Tanto es así, que en esta zona se han realizado varios campeonatos mundiales de este deporte acuático.
Cerca de estas concurridas playas, semiocultas a la vista de los turistas, existen pequeñas bahías con costas de finas arenas blancas y grises donde reina la tranquilidad y el ambiente es propicio para el descanso, la relajación y el disfrute de los atardeceres en compañía de los seres queridos.
Son playas que tienen su propio encanto en el entorno natural que las rodea, donde los riscos, barrancos y peñascos bordean sus costados en algunas y los maderos, ceibos, mangos y palmeras, en otras; además de una exótica, pero rala vida animal silvestre debido a la invasión de su hábitat por tantos proyectos turísticos y habitacionales en la zona.
El destino perfecto
En estas playas, la mayoría de sus habitantes son ciudadanos nicaragüenses y extranjeros que encontraron en estos parajes el lugar ideal para construir su casa de verano o su residencia junto al mar, alejados del ruido y de las multitudes que siguen la ola del surf. Algunos han realizado inversiones y construido pequeños hostales para alojar a visitantes que esporádica mente llegan en busca de paz y esparcimiento.
A veces el uso y popularidad de la playa está relacionado con la calidad de las olas, ya que las zonas donde los vientos son benignos para formar buenos tumbos por lo general siempre están concurridas por jóvenes practicantes del surf y otros deportes extremos, mientras que donde los vientos son calmos y las olas serenas casi siempre son sitios escogidos por personas a las que les gusta disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad.
Aguas cristalinas
Marsella es una extensa playa de más de medio kilómetro de extensión, encerrada en una poco pronunciada bahía de aguas frescas y cristalinas, con una pequeña isla rocosa en forma de sombrero a unos trescientos metros de la costa.
Su ribera, de finísimas arenas, es la materia prima de niños constructores de castillos y figuras imaginarias, así como la “cancha” natural de jugadores de voleibol de playa y el lugar predilecto para tomar el sol, meditar, leer un buen libro o simplemente para compartir en compañía de la familia o los amigos.
Espectáculo natural
En la parte izquierda de la playa existen peñascos desde donde se puede observar toda la bahía y además utilizar el lugar para un pic-nic, pescar con anzuelo o con arpón una gran variedad de peces y crustáceos que se esconden entre las rocas.
Maderas
Unos seis kilómetros adelante se encuentra playa Mathilda, también encerrada en una bahía, pero más tranquila que Marsella.
En esta playa casi todo conspira para la tranquilidad de los visitantes, pues aquí las casas de verano se encuentran en medio de una pequeña arboleda de maderos, razón por la que esta playa antes era conocida como Maderas, pero sus vecinos del sur se tomaron ese nombre para su playa, según explica doña Matilde Caldera, propietaria del camping Matilda’s, ubicado en la parte norte de la bahía.
Al respecto, existe confusión con el nombre de esta playa, pues, según dice Álvaro Villatoro, el nombre original de esta playa era Maderas, pero con el tiempo ese nombre se lo adjudicó una playa cercana y esta costa se empezó a conocer como Mathilda. La confusión parece que empezó cuando Google identificó esta bahía como playa Mathilda debido a la fama del hostal de doña Matilde, razón por la cual ahora es conocida indistintamente como playa Mathilda o Majagual, este último nombre porque quedó en la mente de la gente la idea de que playa Maderas era vecina de playa Majagual.
Esta es una playa de aguas calmas y ambiente tranquilo, ideal para las personas que desean relajarse y descansar del calor y ruido de la ciudad, degustar platillos a base de mariscos y pescado o simplemente deleitarse con una buena lectura.